Kurt en primera persona (Parte 3)

jueves, 13 de diciembre de 2007



  • La love
  • "Para mí a Kurt lo volvió loco la mujer y no sé quién más. Yo a Courtney la odio, la odio, la odio... Me acuerdo de Evan Dando [cantante de los Lemmonheads y sospechado amante de Love], en esta misma cama, después de cagarnos a trompadas con todo el mundo en Júpiter [el boliche que tenía García detrás del Alto Palermo], llamando a Courtney Love y teniendo discusiones a los gritos sobre un revólver... Esta Courtney... Yoko Ono es un poroto al lado de ella."

  • La alternatividad
  • "Lo que digo es que si vos escuchás un disco de Nirvana y entendés un poco de música, te das cuenta de que tocan como la puta madre. Eso es lo que lo diferenciaba del resto de los alternativos, o del grunge. Eran los únicos alternativos que tocaban bien. Ahora alternativo es casi bueno . Si no sabés tocar muy bien sos alternativo. Progresión de acordes inusuales, blablabla... ¡No, es que están mal! Ellos en cambio tocaban recontra-fuerte. Mezclaban sensibilidad Paul McCartney con heavy metal y Ramones. Y les salía algo bastante original. En vivo eran tremendos. No los vi en persona, pero vi videos, como ese de Brasil en el Kurt sale con una silla de ruedas, igual que yo en la presentación de La hija de la lágrima . Eso no se puede fabricar, es infabricable. Eran eso. ¡Y encima sonaban como Led Zeppelin!"

  • La mala vida
  • "Las historias que cuenta Cobain de su niñez son terribles. Por más que la camisa de franela a cuadros sea divina, a mí no me hubiera matado la de nacer en el Parque Yellowstone y que me viole mi tío y ser más pobre que un gusano y todo eso. Y vivir en una ciudad que tiene el monumento a la aguja espacial y... Qué sé yo. Se dieron todas las coordenadas como para que el pibe, siendo inteligente, tuviera la sensibilidad a re-full. Y se enamoró e hizo todo como cualquier buen hombre despierto hubiera hecho."

  • El club de los 27
  • "¿Sabés el chiste del club de los 27 [habla de los músicos muertos a los 27 años]? Hay una fiesta del club de los 27 en el cielo o en el infierno, donde sea. Están todos: Jimi Hendrix, Janis Joplin, Brian Jones, Jim Morrison, Kurt Cobain... Hay una gran zapada, pero falta un baterista. Suena la puerta y aparece... ¡Karen Carpenter! Pobre Karen... Anoréxica. No tocaba mal la batería, pero te la encargo."

  • La muerte joven
  • "Jodas aparte, no sé como habría seguido la vida de Kurt. Podría haber tenido un final feliz, amigado con Courtney y todo, o podría haber sido un desastre. Teorías de velorio. Esos que dicen que el que se mata es un cobarde... Para mí hay que ser muy valiente para matarse. Tenés que tener un dolor realmente muy fuerte. Todos alguna vez nos quisimos matar entre comillas. Pero de ahí a hacerlo... No le veo el negocio a la muerte joven, ¿entendés? Hacer algo para que lo disfruten los demás es estúpido. Es lindo en los otros, pero en uno no es muy práctico. No podés levantarte al día siguiente para ver la noticia en el diario."

    Texto y entrevista de Pablo Plotkin

    Kurt en primera persona (Parte 2)



  • El hombre suburbano
  • "El fenómeno Cobain empezó a repercutir en mí a partir de la forma en que la gente lo identificó conmigo. A tope. Pero si bien yo tengo algo de poeta maldito, nunca fui un tipo... Qué sé yo, cuando yo me tiré no me quise matar ni ahí. No tenía ese morbo que tenía él con la muerte. Tampoco me pasó eso que dejó dicho en la nota de suicidio, que quería ser como Freddy Mercury. ¡Mirá a quién eligió! Me parece un tipo súper suburbano, Kurt. Si viviera en Argentina estaría en Castelar. En serio. Nirvana sería un grupo del Oeste."

  • El auto-boicot
  • "Con Nirvana me pasa un poco lo mismo que me pasa con Marilyn Manson: me gusta más lo que representan que lo que hacen. De Nirvana no me gustan todas las canciones. Llega un punto en que me parece muy monótono, o hasta estúpido. Pero me gusta lo que defienden y también esa cosa anticomercial dentro de las posibilidades que te dan 200 millones de discos vendidos. Ir a un show y no tocar el hit, por ejemplo. Ese auto-boicot me parece interesante. Para alguna gente es antiprofesionalismo, pero para mí es muy romántico. Y ese tipo me parecía muy romántico. No era punk. Es decir, era punk en la desfachatez y en la generación, pero estaba muy tamizado por Neil Young, que fue el primer alternativo; por la cosa helpless de Neil Young. Desamparado."

  • El Folklorista
  • "Se juntó todo en un petisito que tenía mucha polenta. Tocaba la guitarra de una forma muy rara; era un mal buen guitarrista. Tocaba como si tocara folklore. Vos ves tocar a George Harrison, a Cafrune y al de Nirvana, y te vas a dar cuenta que Cobain toca como Cafrune. Las posiciones ortodoxas: la Mayor poniendo los tres deditos acá, el mi Mayor así... Jamás escuchó jazz en su vida, ni quiere saber lo que es una séptima. Eso me parece bueno. Es raro, por eso llamaba la atención. Y como cantante es buenísimo. La fonética del tipo es muy musical, tiene algo johnlennonesco en el rango de voz. O sea: es buenísimo en todo, ¿qué querés que te diga? ¡Es mejor que yo, lo siento!"

  • La Heroína
  • "Escuchando Nirvana en Punta del Este, con la pata apoyada en la ventana, vino una tormenta terrible, cayó el vidrio y me cortó el tobillo. ¿Ves? Acá tengo una cicatriz chiquitísima. Me quedó el hueso al aire. Me inyectaron morfina en la médula. Me dijeron «Te vamos a tener que inyectar morfina». Y yo contesté: «¡Ponele más, boludo, ponele toda la que quieras!». Esa fue la vez que se armó todo el quilombo y me echaron de Punta del Este. Me fui caminando del hospital a la casa de David Lebón en José Ignacio. A lo que voy es que eso es lo que hace la morfina, una sensación de bienestar increíble. Pero no es muy práctica. Imaginate la heroína... Yo la fumé, no me la inyecté nunca. Pero si es como dicen, debe ser tremenda. Y Kurt pretendía curarse el dolor de estómago con heroína. Tampoco era muy práctico que digamos."

  • El amor duro
  • "Parte de la identificación que siento con él, supongo, tiene que ver con que a mí también me internaron, y pasé cosas como él. Hay algo que quiero que se publique: estoy absolutamente en contra del método que utilizaron la Courtney y mi mamá para internarme a mí e internar a Kurt. Eso que se llama amor duro . Es un método que consta en no explicarle nada al que se supone que está mal, cerrarle todas las vías de acceso a cualquier tipo de cosa, dejarlo en la lleca... «Prefiero que esté muerto antes que sea drogadicto», eso lo escuché de mi propia madre. Te vuelven loco. Y una vez que te vuelven loco, firmás un papel y te intervienen. Te cortan la vida, te sacan de tu casa, te cagan a trompadas, te meten en una clínica de hijos de puta que hacen guita con eso, que curran con la merca, la heroína y los padres adinerados de los adictos del mundo."

    Kurt en primera persona (Parte 1)




    A diez años de la muerte de Cobain, Charly García repasa vida y obra del líder de Nirvana. Una reflexión sentida y profunda sobre cómo es ser un artista total y morir en el intento.

    "Es mejor que yo, lo siento."

    Ahora que casi nadie discute a Kurt Cobain como la última leyenda completa del rock & roll, es fácil apegarse a los gestos de dolor y homenaje de aquel otoño de 1994. Pero por entonces las cosas no estaban tan claras. No todo el mundo -seguramente ni siquiera él mismo- entendía que esa angustia irremediable era compatible con el puesto número uno de MTV.

    Por eso la muerte fue tan shockeante, y por eso asombró la velocidad de reflejos de la máxima estrella de rock argentina. Cuando Charly García apareció teñido de rubio sobre el escenario del San Martín, en homenaje al caído de Seattle, la mayoría lo leyó como un típico gesto zumbón de provocación cosmética.

    Diez años después de aquel 5 de abril (hasta hoy, el último gran velorio de la historia del rock) García está doblado en la cama, con dos discos de Nirvana a sus pies. "Traelos vos", me había dicho por teléfono. "Porque si los tengo que empezar a buscar...." Llevé Nevermind y el Unplugged , los únicos dos que no tengo "prestados" (encontré también una copia grabada en casete de In Utero, pero le tengo mucho cariño y temí que García me pidiera dejársela).

    "Fui a la peluquería de acá al lado, que ahora cambió de dueño", recuerda García de ese día del ‘94. "Me autoteñí, en realidad. Agarré un poco de ese menjunje, me lo enchanté en el pelo y me vine a casa con eso en la cabeza. Me quedó bastante original, pero no se pudo asentar bien. Me acuerdo que estaba mirando un video de Nirvana y vino Nito Mestre. Supongo que creyó que yo me quería suicidar también y me vació prolijamente una botella de cerveza en la cabeza. Eso le dio un poco más de tono al pelo."

    Según aclara Charly hoy aquello fue "un pequeño homenaje". "Yo no lo promocioné de esa forma, pero era claro que había una conexión fuerte. El tipo se había matado y creo que muchos le deben haber rendido su pequeño homenaje. Pibes y no tan pibes de todo el mundo habrán sentido el impacto. Esa fue mi manera de saludar a un colega, o a un ídolo. No a un suicida", concluye. "Me pareció muy Sócrates la actitud de él, como que le estaba probando algo al mundo. Me motivó."

    Una decada despues, el sucidio de Cobain sigue siendo una herida abierta. Y no porque el rock haya muerto con él, o porque todavía lloremos las canciones que podría haber escrito. No. Es una herida, o más bien un estigma, porque reformuló los cánones de la tragedia rockera. La máxima punk de vivir rápido y morir joven pero teñida de dolores físicos y despojada de cinismo, densificada con la severidad espiritual de los poetas malditos y proyectada al mundo con la espectacularidad y el voyeurismo de una televisación obsesiva.

    Desde entonces el rock no volvió a alumbrar a un mártir generacional tan genuino y tortuosamente prostituido. El final de Cobain no fue la muerte del rock (aunque eso ocurre periódicamente) pero sí la desautorización por tiempo indeterminado del uso del manual de la estrella de rock íntegra y atormentada. A partir de él, no hay margen para apropiarse de esos gestos sin apelar al cinismo o a la racionalización. En otras palabras: con ese antecedente tan claro y definitivo no da para hacerse la víctima, excepto que estés dispuesto a llevar el conflicto hasta las últimas consecuencias.

    Charly García (el hombre, el performer) es el gran estigma cultural, la herida abierta del rock argentino. Para bien y para mal, impuso un modelo de artista de flujo continuo ( constant concept ) desde el centro más visible de Buenos Aires y la industria del rock. Tampoco hay mucho margen para hacerse el loco teniendo al máximo veterano de guerra viviendo su reality show en un séptimo piso de Santa Fe y Coronel Díaz. Ese rol -el de artista del pueblo las 24 horas, master en excesos y auto-boicot- ya está cubierto.

    García agarra la cajita de nevermind y se hace un buche de whisky JB. "Apenas vi esta tapa me dieron ganas de comprarlo. Me pasó lo mismo con Television. Vi la tapa del disco, lo compré y sabía que era bueno. No podía fallar." Manipula un pequeño reproductor de dvd, saca un cd de los Rolling Stones y pone el disco celeste de Nirvana, con el título del álbum en acuosa tipografía negra.

    A todo volumen empieza a sonar "Smells Like Teen Spirit". Charly hace la mímica de acordes con cejilla y me mira como diciendo "¿No ves?, es fácil". Sigue las notas introductorias en un organito chillón. "Se nota que ensayaban mucho, se nota que el bajista y el baterista ensayaban mucho por su cuenta. Están muy pegados", grita por encima de la canción. Baja el volumen y precisa: "Está muy bien puesto el coto al grunge estilo Faith No More. Está muy bien producido. ¿Quién lo produjo?". Butch Vig. "Ah, el de Garbage. Hay un trabajo de compresión, de gate , de compuerta: el límite de captación de sonidos está puesto justo para que se escuche lo que se tiene que escuchar. Ese sonido seco... Si se escucharan más cosas sería sucio, y si estuviera más pulido sería demasiado blando."

    "In Bloom", el segundo tema, pasa como un tropel. "Nunca me gustaron Pearl Jam, ni Alice In Chains (aunque ese era un gran nombre). Lo intenté, pero no me gustaban. Como movimiento, el grunge no existió. El grunge fue Nirvana. Nadie hizo un disco como éste." Presta más oído y larga: "Se acerca mucho al metal, también".

    Arranca la inolvidable línea del bajo de Krist Novoselic de "Come As You Are". "Este es mi tema favorito", sentencia y hace como que toca la batería. "Las letras son muy buenas, muy inteligentes." Cuando llega "Breed", la cuarta canción, con esa velocidad enfermiza, García arranca el plug del reproductor de un manotazo. "Nunca pasé del tercer tema, en realidad. Y eso que me compré varios discos."

    Cuando le pongo delante el MTV Unplugged In New York , directamente lo desprecia. Mira la foto panorámica del estudio de televisión en el que Kurt aparece levemente iluminado, en el centro, encorvado en su saquito de hilo marrón, la guitarra acústica contra el pecho. "Tiene una tapa parecida al mío. Pero no me gusta el concepto del unplugged , es medio careta. Y no soy tan fanático de la música de Nirvana como para bancarme un disco de versiones." Le pido explicaciones porque, por momentos, habla de Nirvana como la banda definitiva del rock & roll, y otras veces se refiere a ellos como un mero conjunto de signos, una fabulosa demostración de actitud. Luego de escuchar lo que tiene para decir al respecto, incluyendo definiciones precisas y algunas contradicciones, queda claro que, a su modo, García es fan de Nirvana. Y la conmoción que le provocó la tragedia de Kurt perduró una década. Algo parecido a lo que le ocurrió al resto de la cultura rock.